Opinión
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El incierto lugar de la publicidad
14 de noviembre 2011La publicidad debe ser muy consciente, y más en los tiempos tan políticamente correctos en que vivimos, de los terrenos que pisa y las compañías con que se la ve en público. Ni siquiera la publicidad exterior, el único medio estrictamente publicitario, se libra de las situaciones grotescas, inoportunas, divertidas, absurdas o directamente ofensivas en que pueden incurrir los anuncios cuando aparecen junto a determinados contenidos o asociados a ciertas situaciones.
La publicidad no es normalmente un invitado al que se espere y nada hay tan agradecido (los políticos, tertulianos y articulistas lo saben demasiado bien) como criticarlo en cuanto da un paso en falso, sea éste aparente o real. Uno de esos posibles pasos en falso es el que citábamos al principio, aparecer junto a determinados contenidos en los medios. En esta misma página se ha hablado del mal efecto que puede causar, si hablamos de los vídeos online, el que aparezca un anuncio en preroll junto a una noticia luctuosa o, siguiendo en el ámbito online, los criticable que puede resultar para muchos consumidores que las marcas hagan publicidad en páginas web dedicadas a la descarga ilegal de contenidos protegidos por derechos de autor.
En las últimas semanas ha tenido protagonismo en los medios un caso que podemos incluir en este apartado de polémicas al que nos estamos refiriendo y es la petición a las marcas, originada a partir del blog de un periodista, de que retiraran su publicidad del programa La noria, de Telecinco, a raíz, como es bien sabido, de que en el mismo se entrevistara a la madre de uno de los encausados en el caso Marta del Castillo. Se trata de uno de esos contenidos de corte sensacionalista y ligados a delitos graves que indignan a mucha gente (y podría decirse que con razón) pero de los que otra mucha parece disfrutar, si juzgamos por las cifras de audiencia.
¿Han hecho bien los anunciantes en atender esta petición? ¿Ha sobrepasado La noria con la emisión de esa entrevista un límite inaceptable, si miramos la reacción habida, por lo que debemos entender que sus contenidos hasta ese momento después de años de emisión eran aceptables? ¿Debe criminalizarse a las marcas (ese deporte al que hay tanta afición) por aparecer junto a contenidos de los que resulta muy difícil tener noticia a priori? ¿Pueden las marcas adoptar una postura puramente aséptica frente a los contenidos de los medios alegando que ellas sólo buscan cifras y afinidad? ¿Si dentro de unos meses sigue emitiéndose La noria y alguna de las marcas que ahora ha retirado sus anuncios del programa vuelve a aparecer en el mismo, sea por descuido u otra razón, habrá un espíritu vigilante que nos alerte?
Se diría que las marcas han hecho bien en ser sensibles a la situación, que ha sido, por otro lado, una muestra de lo que pueden generar los medios sociales, Tampoco se han librado, como es habitual en estos casos, de las críticas de oportunismo. (Ya decía Simon Clift, según recogíamos en nuestro último número, que la gente critica a las marcas por no ser buenas ciudadanas y cuando pretenden serlo, se les achaca hipocresía). En general, cabría pedirles que obraran de manera responsable y consecuente, aun sabiendo que eso no siempre va a ser aplaudido, Y con respecto a los contenidos, que tengan bien claro, y parece que es el caso de muchas de ellas, a cuáles no quieren asociarse; aunque también es fácil de entender que no es una cuestión que esté siempre bajo su control.
Los medios, obviamente, son libres de emitir los contenidos de su elección, siempre que estén dentro de la legalidad. Tan libres como son los ciudadanos de consumirlos, o no, y los anunciantes de poner sus anuncios en ellos, o no.
Por Editorial de Anuncios
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