Opinión
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Concentración televisiva
20 de diciembre 2011Es probable que cuando usted lector se detenga en estas líneas,ya sea una realidad la firma de la fusión entre los grupos de Antena 3 y La Sexta. Es de todos conocido que esta absorción del segundo por el primero se ha venido fraguando a lo largo de un par de años, y que la ventaja conseguida por Telecinco al adquirir Cuatro sólo podía hacer inevitable este resultado en una situación de mercado como la actual. No ha extrañado a nadie que, antes incluso de que la operación se haya firmado, aparecieran las primeras voces discordantes en el mundo publicitario, y de bastante peso por cierto: nada menos que de la asociación que reúne a quienes pagan la fiesta de la televisión en abierto, es decir, los anunciantes. Los argumentos de la AEA son todos de peso y seguramente su comunicado ha tenido mucho tiempo de maduración. Señala que se va a producir una concentración excesiva del mercado publicitario, precedida, no se priva de decirlo, por el regalo del gobierno saliente a las cadenas privadas al sacar la publicidad de TVE. Eso es innegable. Los demás puntos negativos se refieren a cosas que pueden llegar a ocurrir, aunque aún no hayan ocurrido: una subida de precios anclada en la posición de dominio y la falta de competencia, una bajada de calidad de la programación, un perjuicio para el consumo en un economía frenada, etcétera. Por ello pide que se impida la fusión y la vuelta controlada de la publicidad a TVE.
Es difícil ponerle un pero a los argumentos de la AEA, aunque se pueden matizar algunos puntos. Por ejemplo, dice el comunicado que las televisiones en abierto son las proveedoras de la mayor oferta para llegar a audiencias masivas y que a ellas se dirige gran pare de la inversión publicitaria de gran consumo. Esto supone que, sobre el papel, cuantos menos canales haya, mejor sería para esos anunciantes, ya que su obsesión es la cobertura bruta. Por tanto, puede afirmarse que la forma de actuar de estos anunciantes y sus agencias de medios conlleva en sí misma el fomento de una oferta cuanto más unificada e indiferenciada mejor. De hecho, si nos vamos al reparto de inversión, sólo un 14,4% de la misma se va a los canales al margen de ambos grupos, que son unos cuantos. Y no hace falta recordar lo que ha ocurrido con la, en principio, aberrante pauta única.
Ahora los anunciantes pueden llegar a tener una situación casi igual a la tan añorada de hace más de veinte años: dos pautas únicas, el equivalente a los dos canales de entonces. Sólo faltarían dos pequeños detalles: que desapareciera TVE (o volviera a ella la publicidad) y que no existiera internet. Lo primero podría llegar a ocurrir, lo segundo obviamente está lejos del alcance de UTECA. Por supuesto que del inmovilismo en la forma de planificar el medio no tiene la culpa la AEA, sino la forma individual de actuar de muchos de sus socios, esos que hoy deben de estar aterrorizados recordando las recientes subidas de más del 20% propiciadas por la ausencia de TVE en el mercado. Es dudoso que eso vuelva a ocurrir, salvo que las cadenas quieran matar del todo su gallina de los huevos de oro, pero cosas más estúpidas se han visto.
Editorial Anuncios.
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